jueves, 23 de julio de 2015

FREE THE NIPPLE



Foto de Koto Bolofo


 El final de un documental que he visto  recientemente titulado Free the Nipple  me ha dado mucho sobre lo que meditar, dicho final dice “es muy difícil cambiar el mundo pero por algo hay que empezar,  necesitamos nuevas historias, nuevos héroes y las necesitamos ya”.


Ya sé que lo normal es empezar a contar algo por el principio pero lo he hecho así porque realmente ésas frases no representan el final de la historia sino el principio de un movimiento que todavía sigue en pie llamado # Free the Nipple que está dando mucho de que hablar. De hecho ésa era precisamente la intención de las protagonistas de este documental, querían hacernos pensar sobre la libertad, la igualdad real y sobre lo poco que pueden decidir las mujeres modernas en occidente y en otras partes del mundo sobre sus propios cuerpos (física, legal e espiritualmente hablando) y no sobre la desnudez en sí.

Desde Europa, donde las mujeres todavía siguen luchando por la ley del aborto, hasta África donde  las africanas del sur de Sudan no pueden hacerse ninguna intervención quirúrgica, ni aunque estén en peligro sus vidas sin el permiso de sus maridos o algún hombre de sus familias, siento que la mayoría de nosotras todavía no somos dueñas, de nuestro físico ni de nuestro espíritu tampoco.

En este mundo moderno donde la imagen de la mujer se ha hipersexualizado, degradado y usado hasta el extremo para fines publicitarios y para vender cualquier cosa, todavía no posemos leyes de nosotras para nosotras, leyes que defiendan “nuestro sagrado templo” donde mora nuestra alma. Desde tiempos inmemoriales la religión y la política, que están dominadas por hombres que tergiversan el mensaje de la primera para realizar leyes acordes a sus propios pensamientos y necesidades, han formado parte del problema y no de la solución a este asunto. ¿Desde cuando el cuerpo de la mujer se convirtió en un pecado y no en una bendición?

Desde la noche de los tiempos los hombres han manipulado la religión para someter a las mujeres a su voluntad. En la época pre-islam, antes de que apareciera el profeta Mahoma, y por lo tanto antes de que se escribiese el Corán, libro sagrado de los musulmanes, a las niñas se las enterraba vivas al nacer. Esta cruel práctica, que aún se lleva a cabo hoy en día en países como China e India, surgió cuando unos enemigos de Qais Ibn ‘Asim At-Tamimi’, árabe pre-islámico, capturaron a su hija y uno de ésos enemigos se casó con ella. Un tiempo más tarde éste se reconcilió con sus enemigos y a su hija le fue otorgada la elección de volver con su padre o permanecer con su esposo, ésta eligió quedarse con su esposo provocando el enojo de su padre Qais Ibn el cual juró enterrar cualquier hija suya neonata y los árabes le imitaron y copiaron esta práctica, que posteriormente prohibió el profeta Muhammed.

 En el cristianismo se representa a Maria Magdalena como una pecadora aún después de que se arrepintiese, y se convirtiese en discípula y esposa, según el evangelio apócrifo de Nag Hamadi (textos de los primeros cristianos descubiertos en Nag Hanadi, Egipto en 1945) de Jesús.

Como bien escribe Elisabeth Bishop en su poema Roosters, donde en la estrofa 27 podemos leer “San Peter´s sin was worse than that of Magdalen whose sin was of the flesh alone” que traducido vendría a decir algo como “El pecado de San Pedro fue peor que el de  Magdalena cuyo pecado fue sólo de la carne. San Pedro negó a su maestro Jesús tres veces después de que cantara el gallo y con esto traicionó a Jesucristo, como éste ya había predicho anteriormente, cometiendo así uno de las mayores traiciones de la historia de la Iglesia Católica Apostólica Romana. El pecado de Pedro fue espiritual, y más grave, mientras que el de Magdalena sólo fue carnal pero la iglesia mantuvo inmaculada la figura de Pedro, el cual se redimió y se convirtió en un mártir, mientras que la figura de Magdalena permaneció para siempre mancillada con el Pecado. Si el hombre y la mujer somos iguales, según la Biblia, ante los ojos de Dios ¿porqué no lo somos también a los ojos de los hombres?

La iglesia tenía que culpar a alguien y no podía ser al sucesor como representante de la Iglesia católica apostólica romana, o sea Pedro, así que decidieron culpar a una mujer, Magdalena, porque les resultó más fácil para mantener su posición y su poder ante los feligreses y los creyentes. Y aunque la Iglesia reconoció en 1969 su injuria contra Magdalena e intentó retirar el adjetivo penitente de su Santo, la rectificación de este error no se hizo con efectividad y aún hoy en día muchos católicos siguen identificando a la mujer de Jesús como una pecadora. Magdalena era el discípulo más amado por Jesús, su compañera a la cual él trasmitió sus enseñanzas más profundas, las cuales no había trasmitido a ninguno de sus discípulos. Ella no era sólo una mujer para  El Hijo De Dios sino que era un símbolo de  la sabiduría celestial y pasó injustamente a “nuestra historia” como una figura secundaria, pecaminosa e insignificante. Esto la verdad es un hecho que invita a la reflexión. Pero María no fue la única olvidada, en la cultura islámica es sabido que Khadija, la primera mujer del profeta Mahoma, financió la revolución islámica en sus inicios. Si no fuese por ella dicha revolución no habría llegado tan lejos y muchos musulmanes no estarían practicando libremente su fe hoy en día. Pero en el presente apenas se habla de ella entre los musulmanes.

La manipulación de las palabras de la Biblia, al igual que las malinterpretaciones del Corán, es bien sabida. La Biblia fue modificada en el Concilio de Nicea, en el año 325, por orden del  emperador Constantino I,  el cual seleccionó los libros que le eran más convenientes y eliminó otros como los apócrifos. Así que probablemente también se hayan manipulado a voluntad pasajes correspondientes a la mujer y su “subordinación” hacia el hombre. En el Corán hay diversos pasajes que expone el respeto y la defensa de la mujer pero muchos hombres que dirigen los países musulmanes “hacen la vista gorda” ante las palabras de su Profeta y aplican leyes y costumbres represoras a muchas mujeres en la cultura islámica.

África y sus habitantes tampoco han podido pasar a la historia sin ser erróneamente “etiquetados” por la religión. El concepto del pecado viajó de Occidente hacia África durante la época del colonialismo. Pero  mis ancestros  africanos, los cuales practicaban religiones africanas y para los cuales el cuerpo era el medio mediante el cual podían manifestarse y conectarse con lo visible y con las fuerzas superiores, y con todos los elementos de la creación porque todo estaba conectado para ellos, se resistieron  al principio a asimilar el concepto de la religión occidental el cual  calificó erróneamente sus religiones como fetichistas, animistas, supersticiosas, negando así la importancia cultural de éstas, para poder calificar a  los africanos como seres inferiores. De hecho está demostrado que el imperialismo fabricó la idea de “la inferioridad de los negros” para poder justificar sus atrocidades las cuales decían que era parte del mandato divino. “El destino manifiesto”  de los colonos ingleses les permitió usar el nombre de Dios para justificar la esclavitud y el provecho que éstos sacaron de este fatídico hecho que marcó la historia de los africanos y sus descendientes.

Los africanos de la antigüedad no sentían que sus cuerpos fuesen pecaminosos sino todo lo contrario. Sus cuerpos eran instrumentos para conectarse libremente desde la materia al espíritu que mora en todas las cosas y que es animado mediante la Energía Vital (el Chi de los orientales) . Muchas mujeres blancas en la época colonial hicieron uso del conocimiento que las africanas tenían sobre brebajes del “buen amor”. A los africanos se les condenó por vivir una sexualidad libre y abierta igual que los Hippies en los años 70 en Europa.

La supervivencia de los negros esclavizados que fueron transportados a América fue posible en gran parte gracias a su espiritualidad infundidas por la religiones africanas. Los esclavos en América montaron centros de resistencia o palenques para preservar su cultura y su religión frente a las cultura de los invasores o colonos. Los Cimarrones, así se les llama a mis ancestros africanos que lucharon heroicamente primero desde África y luego en América por su libertad y contra la opresión impuesta mediante la esclavitud, fueron los precursores de esta resistencia durante la esclavitud.

Fue su religiosidad lo que permitió a los negros resistir física y espiritualmente las condiciones tan duras de la esclavitud. Los negros africanizaron elementos de la religión de los colonos europeos y fundieron éstos a su propia religión, una gran muestra de esto es el cristianismo que vemos reflejado en la religiosidad latinoamericana imperante sobre todo en Haití, Cuba y el Caribe.

El concepto de Demonio, que no existía anteriormente  en el sistema de creencias africanas, fue empleado por los esclavos para enfrentarse a los colonizadores y  se adaptó a la religiosidad mediante los africanos en la resistencia y  así fue como el diablo se ensombreció y se volvió Negro por normalización cultural que se convirtió en una forma de comunicación entre dos culturas que aunque tenían concepciones distintas del demonio, puesto que es una creación cultural, sirvió como nexo antagónico de unión. Los africanos convirtieron al diablo en su “aliado” cuando se dieron cuenta del miedo que tenían los españoles (que fueron, junto con los portugueses, los primeros esclavistas de la historia del colonialismo europeo) ante Satanás, una construcción medieval europea, y lo usaron a su favor tomándolo como su aliado, amigo y protector transformando así el concepto de maldad  para crear un nuevo concepto bondadoso del demonio.


En el documental del que hablo hacia el final dicen otra frase que invita a reflexionar al público y que dice “¿Qué es tan obsceno en el cuerpo de una mujer? Si los líderes religiosos creéis que Dios creó al hombre y a la mujer y estáis tan ofendidos por el cuerpo de la mujer,  no arrestéis a las mujeres por mostrarse desnudas en público ¡quejaos al Fabricante! Arrodillaos y pedidle a Dios que haga una versión menos obscena de nosotras”.


Está claro que el cuerpo de la mujer no es un elemento pecaminoso ni es una manifestación del mal, la obscenidad está sólo en las mentes que proyectan dicha obscenidad sobre nosotras. El mundo debe comenzar a respetar y valorar a las mujeres por lo que somos y por lo que aportamos a éste  planeta, que creo que es bastante. La naturaleza no se equivoca nunca, los que nos equivocamos somos las personas. El Dalai Lama dijo una vez “si te das cuenta de tu error, debes hacer algo lo antes posible para corregirlo”. Necesitamos nuevas historias que cuenten la Verdad y necesitamos  nuevos héroes y heroínas que no teman mostrar ésa verdad al mundo.

Los hombres y las mujeres estamos en este mundo para ayudarnos y apoyarnos. Es hora de que algunos dejen de manipular la palabra divina para justificar errores humanos y para lucrarse indebidamente. Según las leyes naturales, todo lo que tiene un principio también tiene un final, así que por fuerza las mentiras también acabarán sucumbiendo a esta ley y “la verdad nos hará libres”.

Aplaudo a todas las mujeres y hombres valientes que están luchando desde distintos lugares del planeta para hacer de éste mundo un lugar mejor y más justo. Cada uno tiene sus métodos, Lina Esco filmó “Free the Nipple” para difundir su mensaje y Alaa Murabit es la fundadora de “Voice of Libyan Woman”, pero con un objetivo común que es cambiar esta realidad  falsificada e injusta en el que nos hayamos sumidos por culpa de los errores humanos. Poco a poco y uniendo fuerzas los humanos estamos consiguiendo grandes cosas y estamos logrando difundir, en parte gracias a la tecnología, un mensaje diferente, positivo e integrador y de Paz.

Si la Fe puede mover montañas, una idea puede cambiar el mundo si todos creemos en ella. Plantemos pues, en nosotros primero y luego en el mundo, ideas buenas para que crezcan acciones provechosas y útiles que transformen el mundo en el paraíso en el que a todos nos gustaría vivir

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