Muchas mujeres africanas y
afrodescendientes al verse excluidas en los conceptos fundacionales del
feminismo occidental en el cual se representaba únicamente las exigencias de la
mujer blanca de clase media-alta, la cual era tomada indiscutiblemente como el
canon del feminismo en general sin tener en cuenta las distintas realidades de
las mujeres de otras etnias, decidieron crear definiciones alternativas que las
representaran a ellas y a su causa.
Las afroamericanas, lideradas por la
escritora Alice Walker, decidieron autodefinirse como Womanists. Este término, que apareció en el título de una obra de
Walker llamada “In search of our mothers , A womanist prose” (1983), pretendía
agrupar bajo una única identidad cultural, política, social, económica
compartida a todas las afroamericanas naciendo así lo que se denomina como
Feminismo Negro. El Womanism no era
sólo exclusivo de las féminas negras en América sino que también era inclusivo
con los hombres. Este movimiento, si bien incluyó a todas las mujeres
afroamericanas, pasó de ignorar la realidad de las mujeres africanas a
incluirlas pero sin comprender su idiosincrasia.
Las estudiosas africanas, que fueron las
que lideraron principalmente el movimiento de la lucha de la mujer en África,
decidieron encontrar otros términos que se adecuase más al sentir y proceder de
la mujer africana. Éstas miraban con ojos críticos el feminismo negro
afroamericano, primero porque dejaba problemas y particularidades propios de su
cultura y segundo porque desaprobaban el lesbianismo tan difundido por las womanists.
En un intento de adecuar las teorías
feministas a la visión de las africanas, la crítica nigeriana literaria Chikwenge
Okonjo Ogunyemi comenzó a emplear el término “African Womanism” en 1985. Esta
teoría afrocéntrica pretende alejarse tanto del Womanism como del feminismo blanco u occidental. Para Ogunyemi el womanism aparcó temas importantes para
las africanas como la pobreza, problemas con la familia del marido, presión de las
mujeres ancianas sobre las jóvenes, los problemas de la poligamia, el
integrismo religioso del islam, el cristiano u otras creencias tradicionales.
Ogumyemi señala también que la maternidad, tema importante para la mujer
africana, no ha sido tratado con relevancia en el womanism mientras que el
lesbianismo, que algunas las africanas condenan, está ampliamente tratado en el
movimiento de Walker.
Cleonora Hudson-Weems propuso (en 1987)
también otra denominación, opcional, al feminismo afro a la que llama Africana Womanism. La primera parte de
este concepto relaciona a todas las mujeres a las que hace mención y las
engloba en un marco cultural concreto relacionándolas a la vez con la tierra de
la que proceden. La segunda parte del concepto hace alusión al afrofeminismo
africano. El concepto de Weems implicaría que una african
womanist se reconociese con características como las siguientes:
autodefinición, familiaridad, hermanamiento verdadero con otras féminas (sisterhood), carácter fuerte,
integración de la lucha masculina, plenitud, autenticidad, respeto y
reconocimiento, espiritual, respeto a los mayores, ambición, maternidad,
protección y cuidado.
Para Weems la realidad de este concepto
no debe circunscribirse sólo a las mujeres sino que debe incluir a las mujeres
africanas y afroamericanas, a su comunidad y a su descendencia.
El
STIWANISM (Social Transformation Including Women
in África) acuñado por la autora Molara Ogudimpe Leslie, puede considerarse
como otra corriente concerniente al feminismo negro que no comprende la
transformación social sin la inclusión de la mujer africana. El stiwanism comprende las siguientes
características: las mujeres no tienen rivalidad con los hombres, las mujeres
no rechazan sus roles biológicos, la maternidad se ve como un poder para las
africanas, se enfatiza en la importancia de los temas referentes a la mujer en
vez de exclusivamente en los temas sexuales, ciertas facetas de la maternidad
priman sobre otras, enfatización de la independencia económica de la mujer, se
tiene en cuenta las luchas de clase y de etnias que ocurren en África.
Otra alternativa, esta vez idealista, que
aparece en los feminismos africanos viene con el término “Motherism” la cual
fue introducida en 1991 por la fallecida autora nigeriana Catherine Obianuju
Acholonu. La idea central de esta propuesta es para la autora el
redescubrimiento, por parte de las feministas africanas, de “la esencia de la
madre como matriz de toda la existencia” sin cometer el mismo error que el
feminismo occidental que según Acholonu es el rechazo de la maternidad, el cual
ha causado muchos males como la desintegración de la familia nuclear, la
ruptura de la ley y ordenes natural, la marginalización del niño, el auge de la
delincuencia y la expansión de personas sin hogar en la civilización
occidental.
La naturaleza juega un papel esencial en
el motherism ya que esta propuesta
predica que para formar parte de ella una mujer debe sentirse humanista, poseer facultades sanadores y estar en
comunión con Dios, co-creando junto con él, ejerciendo así mismo también de
protectora de la Madre Naturaleza. El motherismo
sugiere también que el medio ambiente sea defendido tanto por la mujer como por
el hombre y que ambos hagan uso del amor, la colaboración y la tolerancia mutua
y se alejen de confrontaciones violentas, antagonismos y pertenencias a
partidos políticos.
El motherism
se extiende más allá del feminismo y defiende el respeto de todos los seres
(sin importar la étnia, género, credo)pero muy especialmente a los niños y la
búsqueda de la justicia, la verdad, el progreso, humildad y el desarrollo
personal. Aquí, la mujer se entiende como una prolongación de la Madre Tierra
que puede propiciar el retorno a la “quinta esencia” maternal.
Esta propuesta genuina, considerada idealista
por muchos, no ha gozado de suficientes seguidores por la idealización que hace
de la humanidad y de la fémina rural.
Esta postura de desmarcamiento del
feminismo blanco hace surgir otro concepto, Negofeminismo,
que viene de la mano de la autora Obiama Nnaemeka. El negofeminismo se basa en la filosofía del dar y recibir muy
esencial en la cultura Igbo, étnia a la cual pertenece ésta autora.
Las bases del negofeminism se asientan en las siguientes características:
oposición al extremismo feminista, descarte al rechazo de la maternidad
profesado por el feminismo occidental, reconstitución del feminismo occidental,
inclusión de varones en el movimiento, negociación y compromiso, negación de la
generalización universal de conceptos de occidente.
Las africano feministas pretenden
desmarcarse del individualismo en el cual está basado el feminismo occidental
optando por posturas más conciliadoras, colaboradoras y cooperativas.
El feminismo blanco ha sido muy criticado
por autoras africanas como Oyèrónké Oyèwumi que argumenta que la autodeterminación
que el feminismo occidental quiere lograr ya formaba parte de las sociedades
africanas pre-coloniales donde ,por poner un ejemplo, en sociedades como la de
la etnia Igbo los hombres y las mujeres compartían los mismos poderes,
privilegios y responsabilidades. En la sociedad de los Igbo los roles sociales
no eran predeterminados sino que eran asignados socialmente. Oyèwumi añade que
el leitmotiv sisterhood, que se
apropiaron las feministas occidentales no cuenta con otros conceptos opcionales
puesto que ha basado su “prédica” en presuponer la hermandad entre mujeres en
vez de incluirla como un objetivo a materializar. En opinión de Oyèwumi el
feminismo “liberador” de occidente continúa perpetrando el concepto de su
“superioridad” frente a la supuesta inferioridad de los africanos puesto que ni
se plantean que hay sociedades que no necesitan ser “salvadas” por sus
doctrinas. La mujer blanca en su posición privilegiada se ve a sí misma como el
modelo y el ejemplo hacia la que, las
otras mujeres provenientes de sociedades “subdesarrolladas” deben tender.
Esta autora africana centra su crítica en el hecho, constatado, de que el feminismo
occidental homogeniza a la mujer africana (pone a todas las africanas en “el
mismo saco”), pasando por alto diversos factores diferenciadores como su étnia,
clase social y demás diferencias, retratándola como una víctima sin voz ni voto.
El broche final a éstas corrientes del
feminismo negro lo da el neologismo Misovire
acuñado por la camerunesa Werewere Liking. Éste término se empleó,
principalmente en la parte franco parlante de África, para definir a una mujer
que no encuentra un ejemplo masculino digno de ser admirado (o que despierte su
admiración). Con esto se pretendía hacer
reflexionar a los hombres a cerca de las diferencias de género
existentes desde el marco del continente africano. Este ambiguo término
pretendía ser la contrapartida de la misoginia.
Estas corrientes del feminismo negro son
la muestra de que las mujeres africanas han adaptado las prácticas feministas a
su modo de ver, sentir y vivir para adecuar el movimiento de la lucha de la mujer
desde su perspectiva cultural y social. La mujer africana, lejos de lo que se
piensa en Occidente, tiene una voz poderosa que incluso traspasa algunas
fronteras (y barreras mentales) para alcanzar los oídos que la quieran oír.
Fuente: "Otra manera de sentir: Feminismos Negros, género y estudios literarios en el África Subsahariana" de Bibian Pérez Ruiz
Fuente: "Otra manera de sentir: Feminismos Negros, género y estudios literarios en el África Subsahariana" de Bibian Pérez Ruiz
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