Foto de Koto Bolofo |
El
final de un documental que he visto
recientemente titulado Free the
Nipple me ha dado mucho sobre lo que
meditar, dicho final dice “es muy difícil cambiar el mundo pero por algo hay
que empezar, necesitamos nuevas historias, nuevos héroes y las necesitamos
ya”.
Ya sé que lo normal es empezar a contar
algo por el principio pero lo he hecho así porque realmente ésas frases no representan
el final de la historia sino el principio de un movimiento que todavía sigue en
pie llamado # Free the Nipple que
está dando mucho de que hablar. De hecho ésa era precisamente la intención de
las protagonistas de este documental, querían hacernos pensar sobre la
libertad, la igualdad real y sobre lo poco que pueden decidir las mujeres
modernas en occidente y en otras partes del mundo sobre sus propios cuerpos (física,
legal e espiritualmente hablando) y no sobre la desnudez en sí.
Desde Europa, donde las mujeres todavía
siguen luchando por la ley del aborto, hasta África donde las africanas del sur de Sudan no pueden hacerse
ninguna intervención quirúrgica, ni aunque estén en peligro sus vidas sin el
permiso de sus maridos o algún hombre de sus familias, siento que la mayoría de
nosotras todavía no somos dueñas, de nuestro físico ni de nuestro espíritu
tampoco.
En este mundo moderno donde la imagen de
la mujer se ha hipersexualizado, degradado y usado hasta el extremo para fines
publicitarios y para vender cualquier cosa, todavía no posemos leyes de
nosotras para nosotras, leyes que defiendan “nuestro sagrado templo” donde mora
nuestra alma. Desde tiempos inmemoriales la religión y la política, que están
dominadas por hombres que tergiversan el mensaje de la primera para realizar
leyes acordes a sus propios pensamientos y necesidades, han formado parte del
problema y no de la solución a este asunto. ¿Desde cuando el cuerpo de la mujer
se convirtió en un pecado y no en una bendición?
Desde la noche de los tiempos los hombres
han manipulado la religión para someter a las mujeres a su voluntad. En la
época pre-islam, antes de que apareciera el profeta Mahoma, y por lo tanto
antes de que se escribiese el Corán, libro sagrado de los musulmanes, a las
niñas se las enterraba vivas al nacer. Esta cruel práctica, que aún se lleva a
cabo hoy en día en países como China e India, surgió cuando unos enemigos de
Qais Ibn ‘Asim At-Tamimi’, árabe pre-islámico, capturaron a su hija y uno de ésos
enemigos se casó con ella. Un tiempo más tarde éste se reconcilió con sus
enemigos y a su hija le fue otorgada la elección de volver con su padre o
permanecer con su esposo, ésta eligió quedarse con su esposo provocando el
enojo de su padre Qais Ibn el cual juró enterrar cualquier hija suya neonata y
los árabes le imitaron y copiaron esta práctica, que posteriormente prohibió el
profeta Muhammed.
En
el cristianismo se representa a Maria Magdalena como una pecadora aún después
de que se arrepintiese, y se convirtiese en discípula y esposa, según el
evangelio apócrifo de Nag Hamadi (textos de los primeros cristianos
descubiertos en Nag Hanadi, Egipto en 1945) de Jesús.
Como bien escribe Elisabeth Bishop en su
poema Roosters, donde en la estrofa
27 podemos leer “San Peter´s sin was worse than that of Magdalen whose sin was
of the flesh alone” que traducido vendría a decir algo como “El pecado de San
Pedro fue peor que el de Magdalena cuyo
pecado fue sólo de la carne. San Pedro negó a su maestro Jesús tres veces
después de que cantara el gallo y con esto traicionó a Jesucristo, como éste ya había predicho
anteriormente, cometiendo así uno de las mayores traiciones de la historia de
la Iglesia Católica Apostólica Romana. El pecado de Pedro fue espiritual, y más
grave, mientras que el de Magdalena sólo fue carnal pero la iglesia mantuvo
inmaculada la figura de Pedro, el cual se redimió y se convirtió en un mártir,
mientras que la figura de Magdalena permaneció para siempre mancillada con el
Pecado. Si el hombre y la mujer somos iguales, según la Biblia, ante los ojos
de Dios ¿porqué no lo somos también a los ojos de los hombres?
La iglesia tenía que culpar a alguien y
no podía ser al sucesor como representante de la Iglesia católica apostólica
romana, o sea Pedro, así que decidieron culpar a una mujer, Magdalena, porque
les resultó más fácil para mantener su posición y su poder ante los feligreses
y los creyentes. Y aunque la Iglesia reconoció en 1969 su injuria contra Magdalena
e intentó retirar el adjetivo penitente de su Santo, la rectificación de este
error no se hizo con efectividad y aún hoy en día muchos católicos siguen
identificando a la mujer de Jesús como una pecadora. Magdalena era el discípulo
más amado por Jesús, su compañera a la cual él trasmitió sus enseñanzas más
profundas, las cuales no había trasmitido a ninguno de sus discípulos. Ella no
era sólo una mujer para El Hijo De Dios
sino que era un símbolo de la sabiduría
celestial y pasó injustamente a “nuestra historia” como una figura secundaria,
pecaminosa e insignificante. Esto la verdad es un hecho que invita a la
reflexión. Pero María no fue la única olvidada, en la cultura islámica es
sabido que Khadija, la primera mujer del profeta Mahoma, financió la revolución
islámica en sus inicios. Si no fuese por ella dicha revolución no habría
llegado tan lejos y muchos musulmanes no estarían practicando libremente su fe
hoy en día. Pero en el presente apenas se habla de ella entre los musulmanes.
La manipulación de las palabras de la
Biblia, al igual que las malinterpretaciones del Corán, es bien sabida. La
Biblia fue modificada en el Concilio de Nicea, en el año 325, por orden del emperador Constantino I, el cual seleccionó los libros que le eran más
convenientes y eliminó otros como los apócrifos. Así que probablemente también
se hayan manipulado a voluntad pasajes correspondientes a la mujer y su “subordinación”
hacia el hombre. En el Corán hay diversos pasajes que expone el respeto y la
defensa de la mujer pero muchos hombres que dirigen los países musulmanes
“hacen la vista gorda” ante las palabras de su Profeta y aplican leyes y
costumbres represoras a muchas mujeres en la cultura islámica.
África y sus habitantes tampoco han
podido pasar a la historia sin ser erróneamente “etiquetados” por la religión. El
concepto del pecado viajó de Occidente hacia África durante la época del
colonialismo. Pero mis ancestros africanos, los cuales practicaban religiones
africanas y para los cuales el cuerpo era el medio mediante el cual podían manifestarse
y conectarse con lo visible y con las fuerzas superiores, y con todos los
elementos de la creación porque todo estaba conectado para ellos, se
resistieron al principio a asimilar el
concepto de la religión occidental el cual
calificó erróneamente sus religiones como fetichistas, animistas,
supersticiosas, negando así la importancia cultural de éstas, para poder
calificar a los africanos como seres
inferiores. De hecho está demostrado que el imperialismo fabricó la idea de “la
inferioridad de los negros” para poder justificar sus atrocidades las cuales
decían que era parte del mandato divino. “El destino manifiesto” de los colonos ingleses les permitió usar el
nombre de Dios para justificar la esclavitud y el provecho que éstos sacaron de
este fatídico hecho que marcó la historia de los africanos y sus descendientes.
Los africanos de la antigüedad no sentían
que sus cuerpos fuesen pecaminosos sino todo lo contrario. Sus cuerpos eran
instrumentos para conectarse libremente desde la materia al espíritu que mora
en todas las cosas y que es animado mediante la Energía Vital (el Chi de los
orientales) . Muchas mujeres blancas en la época colonial hicieron uso del
conocimiento que las africanas tenían sobre brebajes del “buen amor”. A los
africanos se les condenó por vivir una sexualidad libre y abierta igual que los
Hippies en los años 70 en Europa.
La supervivencia de los negros
esclavizados que fueron transportados a América fue posible en gran parte
gracias a su espiritualidad infundidas por la religiones africanas. Los
esclavos en América montaron centros de resistencia o palenques para preservar
su cultura y su religión frente a las cultura de los invasores o colonos. Los Cimarrones,
así se les llama a mis ancestros africanos que lucharon heroicamente primero desde
África y luego en América por su libertad y contra la opresión impuesta
mediante la esclavitud, fueron los precursores de esta resistencia durante la
esclavitud.
Fue su religiosidad lo que permitió a los
negros resistir física y espiritualmente las condiciones tan duras de la
esclavitud. Los negros africanizaron elementos de la religión de los colonos
europeos y fundieron éstos a su propia religión, una gran muestra de esto es el
cristianismo que vemos reflejado en la religiosidad latinoamericana imperante
sobre todo en Haití, Cuba y el Caribe.
El concepto de Demonio, que no existía
anteriormente en el sistema de creencias
africanas, fue empleado por los esclavos para enfrentarse a los colonizadores y
se adaptó a la religiosidad mediante los
africanos en la resistencia y así fue
como el diablo se ensombreció y se volvió Negro por normalización cultural que
se convirtió en una forma de comunicación entre dos culturas que aunque tenían
concepciones distintas del demonio, puesto que es una creación cultural, sirvió
como nexo antagónico de unión. Los africanos convirtieron al diablo en su
“aliado” cuando se dieron cuenta del miedo que tenían los españoles (que fueron,
junto con los portugueses, los primeros esclavistas de la historia del
colonialismo europeo) ante Satanás, una construcción medieval europea, y lo
usaron a su favor tomándolo como su aliado, amigo y protector transformando así
el concepto de maldad para crear un
nuevo concepto bondadoso del demonio.
En el documental del que hablo hacia el
final dicen otra frase que invita a reflexionar al público y que dice “¿Qué es
tan obsceno en el cuerpo de una mujer? Si los líderes religiosos creéis que
Dios creó al hombre y a la mujer y estáis tan ofendidos por el cuerpo de la
mujer, no arrestéis a las mujeres por mostrarse
desnudas en público ¡quejaos al Fabricante! Arrodillaos y pedidle a Dios que
haga una versión menos obscena de nosotras”.
Está claro que el cuerpo de la mujer no
es un elemento pecaminoso ni es una manifestación del mal, la obscenidad está
sólo en las mentes que proyectan dicha obscenidad sobre nosotras. El mundo debe
comenzar a respetar y valorar a las mujeres por lo que somos y por lo que
aportamos a éste planeta, que creo que
es bastante. La naturaleza no se equivoca nunca, los que nos equivocamos somos
las personas. El Dalai Lama dijo una vez “si te das cuenta de tu error, debes
hacer algo lo antes posible para corregirlo”. Necesitamos nuevas historias que
cuenten la Verdad y necesitamos nuevos
héroes y heroínas que no teman mostrar ésa verdad al mundo.
Los hombres y las mujeres estamos en este
mundo para ayudarnos y apoyarnos. Es hora de que algunos dejen de manipular la
palabra divina para justificar errores humanos y para lucrarse indebidamente. Según
las leyes naturales, todo lo que tiene un principio también tiene un final, así
que por fuerza las mentiras también acabarán sucumbiendo a esta ley y “la
verdad nos hará libres”.
Aplaudo a todas las mujeres y hombres
valientes que están luchando desde distintos lugares del planeta para hacer de
éste mundo un lugar mejor y más justo. Cada uno tiene sus métodos, Lina Esco
filmó “Free the Nipple” para difundir su mensaje y Alaa Murabit es la fundadora
de “Voice of Libyan Woman”, pero con un objetivo común que es cambiar esta
realidad falsificada e injusta en el que
nos hayamos sumidos por culpa de los errores humanos. Poco a poco y uniendo
fuerzas los humanos estamos consiguiendo grandes cosas y estamos logrando difundir,
en parte gracias a la tecnología, un mensaje diferente, positivo e integrador y
de Paz.
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